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Antecedentes Históricos

La Congregación de los Siervos de la Caridad, es una Congregación religiosa clerical de derecho pontificio, fundado en Como (Italia) por el beato Luís Guanella, que reconoce como fecha de fundación el 24 de marzo de 1908, cuando los primeros miembros del Instituto emitieron por primera vez los votos religiosos perpetuos.

 

Las obras comenzaron a funcionar en el año 1886, en Como, con la apertura de la Pequeña Casa de la Divina Providencia, (a la que más tarde llamará simplemente Casa de la Divina Providencia, para evitar confusiones con el instituto del Cotolengo en Turín), y en colaboración con las Hijas de Sta. María de la Providencia, don Guanella, dedicó energías y sacrificios a la fundación de la Congregación masculina. A partir de entonces se dedicó a abrir espacios a la caridad cada vez más grandes.

Rápidamente partió desde Pianello Lario (Como) para abrir nuevas obras caritativas en diversas partes de Italia, Suiza y Estados Unidos de América. En esos primeros años fundacionales, empiezan a tomar forma las dos Congregaciones, la masculina de los Siervos de la Caridad y la femenina de las Hijas de Sta. María de la Providencia, que enseguida le ayudarán a realizar sus proyectos, o mejor dicho, sus sueños, que permanecían como una semilla en su interior desde que era pequeño.

En 1894 Pietro Moroni se convirtió en su primer sacerdote, ordenado por el Card. Andrea Ferrari, el cual ordenaría otros sacerdotes en 1895. Otro grupo de 24 fueron ordenados años más tarde por Mons. Polin, Obispo de Adria-Rovigo. Tras unos años de votos temporales, el 24 y 28 de marzo de 1908 los primeros 17 sacerdotes emitieron los votos simples perpetuos junto al fundador.


Posteriormente recibieron una visita apostólica que concluyó con la concesión del decreto papal di lode el 15 de agosto de 1912.

 

La aprobación provisional de las Constituciones se obtuvo el 10 de julio de 1928, y la definitiva el 16 de julio de 1935.

El periodo inmediato a la muerte del Fundador fue muy delicado, porque, por una parte, los miembros de la Congregación, habiendo recogido la herencia y la espiritualidad, sienten la obligación de proseguir el camino iniciado por el Fundador; pero por otra parte son llamados por la Iglesia y por el mundo a continuar en la fidelidad al carisma y al mismo tiempo se les invita a la innovación, a trazar nuevos surcos en el campo de la caridad y de la solidaridad.

La historia de los primeros veinte años es una prueba de cómo el periodo carismático de los inicios necesitaba una nueva organización y de cómo la continuidad del Instituto fue garantizada gracias al trabajo de hombres que habían saboreado los ideales del fundador, dándose cuenta al mismo tiempo de los límites.

En el periodo sucesivo, mientras se va consolidando la herencia recibida, por otro lado surgen nuevas y numerosas Obras, casas de formación, parroquias y centros pastorales, tanto en Italia como en el exterior, sobre todo en América Latina. En estos últimos decenios la tienda de la caridad se ha extendido a zonas de misión: India, Filipinas, África.

Espíritu y Carisma

Don Luis Guanella fue enriquecido por el Espíritu Santo con un corazón misericordioso y filial, capaz de sentir a Dios como "Abba - Padre", rico en Bondad y de Providencia que de todos los hombres quiere formar una sola familia.


Se le abrieron las inagotables riquezas del Corazón de Cristo, de tal modo que se sintió siempre identificado con él: Hermano, Amigo y Redentor.

 

De esa fuente divina recibió una extraordinaria sensibilidad para ver, comprender y socorrer al hombre en su necesidad, descubriendo en él el rostro de Cristo. El Espíritu nos hace también a nosotros partícipes de la gracia y de la inspiración evangélica del Fundador para prolongar en la Iglesia su ministerio de caridad.


En unión con Jesús, Buen Pastor y piadoso Samaritano, nuestro Fundador, anhelaba socorrer y salvar a todos, pero sintió predilección por los más abandonados y sufrientes y se comprometió incondicionalmente para darles «Pan y Señor».

 

Como él, también nosotros somos enviados a evangelizar a los pobres, y a suscitar en ellos motivos de esperanza, revelándoles el amor del Padre haciéndonos instrumentos de la Providencia a través de la práctica de las obras de misericordia del ministerio de la caridad

pastoral.

 

Las personas más afectadas en el cuerpo y en el espíritu, los faltos de apoyo humano, los niños, ancianos y «buenos hijos» son las personas que cuidamos y definen nuestro apostolado.

La caridad de Cristo nos ha convocado a formar una comunidad de hermanos, que en la entrega total a Dios y al prójimo, se proponen realizar el proyecto del Fundador. Unidos por un vínculo especial de caridad, como miembros de una misma familia, Clérigos y Hermanos, llevamos vida en común y seguimos a Cristo con la profesión pública de los consejos evangélicos.

Constituimos en la Iglesia un Instituto religioso de vida apostólica, clerical y de derecho pontificio, articulado en casas y provincias, bajo la guía del superior general, animador y custodio de la fidelidad al carisma fundacional.


Como toda comunidad cristiana, somos pueblo de Dios, morada del Espíritu y estirpe elegida para realizar un sacerdocio real.

 

La llamada divina nos inserta en el corazón de la Iglesia, haciéndonos más profundamente partícipes de su misión en el mundo y particularmente de su compromiso en favor de los pobres.

En la Iglesia debemos ser testimonio de la bondad paternal de Dios y del valor sagrado de todo hombre, incluido el menos dotado, según el mandato del Señor: «Amaos los unos a los otros, como yo os he amado».

Por haber creído en el amor de Dios, compartimos con el mundo los gozos, las tristezas y las esperanzas de los hombres: «Un corazón cristiano que cree y siente no puede pasar ante las necesidades del pobre sin socorrerlas»: era convencimiento del Fundador. 

Atentos á los signos de los tiempos y en colaboración con los hombres de buena voluntad, nos empleamos en la defensa de los más débiles, para que nadie sea olvidado en la vida y trabajamos en la construcción de un mundo más justo, abierto a Cristo y a su Evangelio.

Toda nuestra experiencia de fe y servicio tiene como centro la caridad, vivida en el abandono filial a Dios y en la misericordia evangélica hacia los pobres. Este espíritu constituye para nosotros la herencia más preciosa que nos dejó el Fundador: confiere su propia fisonomía al Instituto y carácter específico a nuestra presencia en la Iglesia.

Alcanzados gratuitamente por su misericordia, nos esforzamos en hacerla visible, siendo también nosotros misericordiosos y dando testimonio de fe viva en la Providencia que reviste a los lirios del campo y alimenta a las aves del cielo.

El espíritu de familia, siempre inculcado por el Fundador, nos hace vivir como una única Casa del Providencia. En la familia de Nazaret él nos ha indicado la imagen ejemplar de vida familiar, centrada totalmente en la persona de Jesús y caracterizada por la sencillez, confianza y completa disponibilidad a los deseos del Padre.

Para consolidar los vínculos de hermandad y amor nos ha trazado en el "método preventivo" un camino rico en espiritualidad que nos impulsa, a imitar la bondad de Dios, a envolver de amabilidad y cuidados a los hermanos con una presencia constante, que aleje de ellos el mal y favorezca su propio bien.


"Orar y padecer" es el programa que nos ha indicado el Fundador y que expresa las condiciones fundamentales para dar eficacia y santidad a la Congregación.

 

Principios y Fundamentación

Los principios y fundamentos están orientados por criterios personalizantes estipulados en un enfoque personalizado.

Dar Cariño: Según Don Luis Guanella nuestro fundador, nuestro estilo educativo es el cariño que tiene primacía sobre el resto de los principios, hasta tal punto que en nuestro Centro amar debe ir por delante de curar.

Como signo de nuestro deseo de preocuparnos por la persona en sí antes que por sus problemas, multiplicamos nuestras atenciones y cuidados y expresamos nuestra firme voluntad de ser sensibles a sus necesidades.

Ofrecer Propuestas Educativas Valiosas y Adecuadas: Nuestro fundador nos enseña con sus palabras y con su ejemplo que las personas no solo necesitan amor, sino cualquier tipo de ayuda que pueda favorecer el crecimiento de los múltiples aspectos de su personalidad, lo que finalmente les capacitará para caminar en cualquier circunstancia de la vida por los senderos del bien.

Nos proponemos ofrecerles de forma constante, clara y convencida todas las posibles propuestas y ocasiones educativas, atendiendo especialmente la calidad, conscientes de que el desarrollo de cada persona depende en gran medida de las oportunidades formativas que hayan puesto a su disposición.

Siempre tenemos en la memoria la advertencia de nuestro fundador Pan y Señor no han de escatimarse en nuestras casas.

Valorar los Dones Naturales y de la Gracia: Principio básico que pone en relieve las capacidades naturales y de la gracia; innatas y presentes en cada grupo y en cada cultura.

Para llevar a cabo esta tarea educativa, delicada pero imprescindible, dejamos a un lado prejuicios sabedores de que en muchas ocasiones virtudes y destrezas yacen escondidas, cuando no enterradas por limitaciones y aspectos negativos y arriesgados en todo por el todo para que puedan salir ala luz y dar fruto, algo que sólo un amor inteligente y creativo puede lograr.

Prevenir: En nuestro estilo pedagógico, la prevención es premisa irrenunciable para alcanzar la promoción de la persona y de las comunidades.

Consiste en impedir que incurran en cualquier forma de mal, que sufran retrocesos físicos o psíquicos y que caigan en experiencias negativas.

Nuestra estrategia preventiva se lleva a cabo cuando se toman las medidas oportunas para que las personas, las comunidades y la misma sociedad puedan defenderse de los peligros y superar las dificultades, motivadas muchas veces por las mismas condiciones socioambientales.

Nuestra estrategia preventiva debe capacitar a las personas y a las comunidades para que afronten peligros y dificultades con coraje, con confianza en la gracia de Dios y en sí mismas.

Alentar: Alentar es una acción paciente y constante de estímulo y de gratificación que se concreta cuando las propuestas formativas van acompañadas por una cariñosa y decidida invitación a la adhesión, cuando se valoran y premian, aunque sólo sea moralmente, los esfuerzos por hacer el bien.

Este estilo se pone en práctica con todas, pero de manera particular con los que sufren en su cuerpo y en su alma, a estos nos advierte nuestro fundador. NO SE LES GRITARA ni se les regañará nunca, aún cuando parezca que hayan cometido alguna falta. Muy al contrario, debemos ingeniárnosla para sostener, a cualquier precio, su ánimo.

Acompañar: Hacemos lo posible y lo imposible para que en todo momento se sienta acompañado y querido con un amor de padre, de madre, de hermano y de hermana, para recorrer juntos el camino hacia el mayor bien posible de cada uno.

Para nosotros, un medio privilegiado de acompañamiento es la presencia asidua y fraterna que se hace realidad cuando compartimos la vida de cada día.

De esta manera, nos preocupamos por conocer de cerca su mundo interior, sus necesidades, nos preocupamos por seguir personalmente sus vicisitudes, tender la mano en los momentos difíciles y hacerles sentir, por todos los medios que los queremos.

Desvivirse: Nuestros pensamientos más elevados se encaminan a mejorar la vida de los demás. En lo tocante a la perfección propia y ajena, no diremos nunca basta nuestro trabajo como educadores es un trabajo de cada día y de todos los días de nuestra vida.

Siguiendo el ejemplo de Luis Guanella, ponemos a disposición de nuestros objetivos educativos nuestro tiempo y lo mejor de nuestras fuerzas morales y materiales que la providencia nos regala.

Tratamos igualmente de utilizar nuestras capacidades afectivas y emotivas para hacernos cargo de las personas que habitan nuestras casas, usando todas nuestras habilidades, sin ahorrar fatigas y sin excluir ninguna iniciativa valida.

Confiar en la Providencia: En nuestra tarea educativa cotidiana, somos conscientes de que la providencia nos ha elegido, nos guarda con su gracia y nos asiste en el presente y en el porvenir.

Este convencimiento nos ayuda a vencer preocupaciones, temores para hacer un lugar a la esperanza, incluso en las situaciones más difíciles, liberándonos de la tentación de confiar solo en nuestras estrategias que, a la larga condenaría a la esterilidad todos nuestros esfuerzos.

Todos, sea cual sea su tarea, deben trabajar y vivir siempre y en cualquier momento con esta confianza en la providencia que debe impregnar todo relaciones personales, ambiente, decisiones, caminos educativos.

Biografía del Santo

En 1964 fue beatificado por Pablo VI, el cual dijo de él: su obra es obra de Dios, es santa, es buena.

Don Luis Guanella nació en Fraciscio de Campodolcino (Sondrio - ITALIA), el 19 de diciembre de 1842, hijo de Lorenzo y de María Bianchi. Terminados los estudios en el colegio Gallio y en el seminario diocesano de Cómo, donde recibió la ordenación sacerdotal el 26 de mayo de 1866, ejerció su ministerio durante nueve años en la diócesis, primero en Prosto y después en Savogno.

Tanto en el colegio como en el seminario destacó por su piedad y amor al estudio. El 26 de mayo de 1866, Luis Guanella fue ordenado sacerdote en Como (Italia) y el 31 de mayo, celebró en Prosto (Italia) su primera Misa. Su lema de ordenación fue: "Quiero ser una espada de fuego en el ministerio santo". En sus primeros años en Prosto (Italia) y luego en Savogno (Italia) impartió copiosamente la instrucción religiosa al tiempo que alfabetizaba a niños y adultos.

Don Bosco lo amó como a un amigo y hermano y lo invitó a Turín (Italia) adonde llegó en enero de 1875. Durante los tres años que permaneció como salesiano fue director de un Oratorio frecuentado por setecientos jóvenes, redactó el estatuto de los Cooperadores Salesianos y sugirió a Don Bosco promover las vocaciones religiosas adultas.

Se separó agradecido y con dolor de aquella Congregación en busca de su propia intuición vocacional sin imaginar las múltiples incomprensiones y obstáculos que hallaría en su camino.

Volvió a trabajar a la diócesis donde había sido reclamado, esperando confiadamente que sonase, como solía decir, la hora de la Providencia, para comenzar aquellas obras de caridad por las que sentía un atractivo natural y vocación divina. Entre dificultades de todo género, desconfianzas, incomprensiones, persecuciones, vio truncarse ya en los inicios todas las posibilidades de trabajo. Sin embargo, con gran fe, esperó la hora de la Providencia.

El Obispo le mandó a Pianello Lario, a suceder a Don Carlos Coppini, de quien heredó un pequeño grupo de jóvenes comprometidas y bien formadas que querían seguir a Jesús en la vida religiosa. Cinco años fueron suficientes para que el grupo se convirtiese en una organización dispuesta a confiar y a seguir las huellas del padre. Una tarde de abril del 1886, una pequeña barca sale de Pianello hacia Como. Iban en ella además del barquero, dos hermanas, niñas huérfanas y algunos pobres utensilios. Era el salto a la ciudad, la primera experiencia de misión.

Allí se consolidó la Obra entre pruebas, contratiempos y persecuciones. El grano de trigo se convirtió en espiga. Se multiplicaron las Casas. Las dos Congregaciones que él había fundado, las Hijas de Santa María de la Providencia y los Siervos de la Caridad le ayudaron a hacer posible su sueño: que muchos pobres (ancianos, niños, discapacitados, etc) tuvieran una casa, una familia, formación, asistencia, calidad de vida. En 1903 fundó en Roma con la ayuda de su amigo Pío X.

En 1913 y a pesar de sus setenta años parte para Estados Unidos, quiere que llegue hasta allí su obra para ofrecer ayuda a los emigrantes italianos.


En Enero de 1915 acudió inmediatamente para ayudar a los damnificados en un terremoto que asoló una de las regiones de Italia. Tenía un corazón enorme. Esta fatiga y otras muchas desgastaron sus energías y aceleraron su fin. Muere en Como el 24 de octubre de 1915.

 

Nuestro Superior

Padre Cosmo Pedagna Stefanelli. Hijo de Rosa Stefanelli y Raffaele Pedagna. Nació en Gaeta-Italia el 29 de julio de 1946. Estudió Filosofía en Barzad´ispra, Teología en Chiavenna y Roma y Ciencias de la Educación en la Universidad Pontificia Salesiana de Roma.

Ha prestado sus servicios como religioso en Gozzano, Anzano del Parco (Italia), y como sacerdote en Roma y México. Desde octubre del 2003 contamos con su valioso servicio como superior de la Obra Guanelliana en Floridablanca, Santander.

Su primera visita a Colombia fue en el año 1991 cuando pertenecía a la Provincia CRUZ DEL SUR. En 1995 se formó la Delegación NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE. Nuestro rector fue su primer Delegado. Desde Delegado empezó a visitarnos con más frecuencia para promover el desarrollo de esta comunidad.


Actualmente la Delegación se cambió en Provincia Nuestra Señora de Guadalupe incluyendo también los países de España, Guatemala y México.

 

La frase que caracteriza su personalidad es: "lo más bonito todavía tiene que llegar en mi vida".

"¿Cómo creer que sobre la frente del pobre está esculpida la imágen de Dios y no correr a hacerle el bien y servirle?"


San luís Guanella

Obra Don Luis Guanella

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